domingo, 19 de febrero de 2017

APOLO Y DAFNE



Orgulloso Apolo con esta victoria frente a la monstruosa serpiente Pitón, se atrevió a desafiar al Amor y sus dardos. “Nunca sufriré de amor. Soy tan hermoso que sufrirán todas por mí, mientras yo me reiré en sus narices”. Así pensaba en voz alta. Pero   El hijo de Venus le oyó y decidió tomarse cumplida venganza: sacó de su carcaj dos flechas, una de las cuales terminaba en una punta de oro e infundía el amor, la otra tenía la punta de plomo inspiraba el odio o el desdén.  Cupido dirigió la primera contra Apolo y disparó la segunda Dafne, hija del río Peneo.  Inmediatamente el dios sintió una violenta pasión por la ninfa y ella, lejos de corresponder a sus ternuras, huía de sus miradas. Apolo corrió tras ellas, a través de la pradera por donde serpentea el río, ya está a punto de alcanzarla y ella, desesperada, implora la ayuda de los dioses, que la transforman en laurel.  Apolo sólo pudo estrechar entre sus brazos un tronco inanimado.  Transido de dolor, arrancó del tronco algunas ramas y con ellas se tejió una corona, para llevar consigo lo que quedó de Dafne, para recordarla en cada momento, para comprender la dureza terrible del amor verdadero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario