jueves, 2 de marzo de 2017

SELECCIÓN DE TEXTOS DE LA CELESTINA

TEXTO 1

EL HECHIZO DE CELESTINA PARA EMBRUJAR A MELIBEA
ELICIA.-iSantiguarme quiero, Sempronio! ¡Quiero hacer una raya en el agua! ¿Qué novedad es esta, venir hoy acá dos veces?
CELESTINA.-Calla, boba, déjale, que otro pensamiento traernos en que más nos va. Dime, ¿está desocupada la casa? ¿Se fue la moza que esperaba al ministro?
ELICIA.-Y aun después vino otra y se fue.
CELESTINA.-¿Sí? ¿Que no en balde?
ELICIA.-No, en buena fe, ni Dios lo quiera. Que aunque vino tarde, más vale a quien Dios ayuda.... etc.
CELESTINA.-Pues sube presto al desván alto de la solana y baja acá el bote del aceite serpentino, que hallarás colgado del pedazo de soga que traje del campo la otra noche, cuando llovía y hacía escuro. Y abre el cofre de los hilos y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de murciélago, debajo de aquel ala de dragón al que sacamos ayer las uñas. Mira no derrames el agua de mayo que me trajeron para preparar.
ELICIA.-Madre, no está donde dices. Jamás te acuerdas dónde guardas las cosas.
ELESTINA. -No me castigues, por Dios, a mi vejez; no me maltrates, Elicia. No presumas porque está aquí Sempronio, ni te crezcas que más me quiere a mí por consejera que a ti por amiga, aunque tú le ames mucho. Entra en la cámara de los ungüentos, y en la pelleja del gato negro, donde te mandé meter los ojos de la loba, le hallarás. Y baja la sangre del cabrón y unas poquitas de las barbas que tú le cortaste.
ELICIA.-Vuelve, madre, veslo aquí. Yo me subo y Sempronio arriba.


CELESTINA.-Conjúrote, triste Satán, señor de la profundidad infernal, emperador de la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles, señor de los sulfúreos fuegos que los hirvientes volcanes del Etna manan, gobernador y proveedor de los tormentos y atormentadores de las pecadoras almas, regidor de las tres furias, Tesífone, Megera y Aleto, administrador de todas las cosas negras del reino del infierno y con todas sus lágrimas y sombras infernales, mantenedor de las volantes y pavorosas hidras. Yo, Celestina, tu más conocida clienta te conjuro por la virtud y fuerza de estas rojas letras; por la sangre de aquella nocturna ave con que están escritas; por la gravedad de estos nombres y signos que en este papel se contienen; por el áspero veneno9 de las víboras de que este aceite fue hecho, con el cual unto   este hilado: vengas sin tardanza a obedecer mi voluntad, y en ello te envuelvas hasta que Melibea con aparejada oportunidad que haya lo compre y con ello de tal manera quede enredada que, cuanto más lo mire, tanto más su corazón se ablande a conceder mi petición, y se le abras y lastimes de crudo y fuerte amor de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se descubra a mí y me galardone mis pasos y mensaje. Y esto hecho, pide y demanda de mí a tu voluntad. Si no lo haces con presto movimiento, me tendrás por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes y oscuras. Apremiaré con ásperas palabras tu horrible nombre. Y así, confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado donde creo te llevo ya envuelto.

(Acto III)

Texto 2 ASESINATO DE CELESTINA


SEMPRONIO.-¡0h vieja avarienta, garganta muerta de sed por dinero! ¿No serás contenta con la tercer parte de lo ganado?
CELESTINA.-¿Qué tercera parte? Vete con Dios de mi casa tú. Y ese otro no dé voces, no  venga la vecindad. No me hagáis salir de seso, no queráis que salgan a plaza las cosas de Calisto y vuestras.
SEMPRONIO.-Da voces o gritos, que tú cumplirás lo que tú prometiste o se cumplirán hoy tus días.
ELICIA.-Mete, por Dios, la espada. Tenle. Pármeno, tenle, no la mate ese desvariado.
CELESTINA.-iJusticial ¡Justicia! ¡Señores vecinosl ¡Justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!
SEMPRONIO.-¿Rufianes, o qué? Espera, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas de presentación.
CELESTINA.-¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay! ¡Confesión, confesión!
PÁRMENO.-Dale, dale, acábala, pues comenzaste, que nos sentirán. ¡Muera! ¡Muera! De los enemigos, los menos.
CELESTINA.-¡Confesión!
ELICIA.- ¡Oh crueles enemigos! ¡En mal poder os veáis! ¡Y para quién tuvisteis manos! ¡Muerte es mi madre y mi bien todo!
SEMPRONIO.- ¡Huye, huye, Pármeno, que carga mucha gente! ¡Cuidado, cuidado, que viene el alguacil!
PÁRMENO.- ¡Oh, pecador de mí! Que no hay por dónde nos vamos que está tomada la puerta.
SEMPRONIO.- ¡Saltemos de estas ventanas. No muramos en poder de la justicia!
PÁRMENO.- Salta, que tras ti voy. 

(Acto XII)
TEXTO 3 MUERTE DE CALISTO


CALISTO.-Déjame, por Dios, señora, que puesta está la escala.
MELIBEA. -iOh desdichada yo! ¿Y cómo vas tan recio y con tanta prisa y desarmado, a meterte entre quien no conoces? Lucrecia, ven rápido acá, que  Calisto se ha ido a atender  unos gritos. Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá.
TRISTAN.-Tente, señor, no bajes, que idos son; que no era sino Traso el cojo y otros bellacos, que pasaban voceando. Que ya se vuelve Sosia. Tente, tente, señor, agárrate fuerte a la escalera.
CALISTO.-iOh, válgame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!
TRISTAN.-Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo se ha caído de la, y no habla ni se mueve.
SOSIA.-iSeñor, señor! ¡A esa otra puerta...! ¡Tan muerto es como mi abuelo! ¡Oh gran desventura!
LUCRECIA.-iEscucha, escucha! ¡Gran mal es éste!
MELIBEA. -¿Qué es esto que oigo, amarga de mí?
TRISTÁN -iOh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor y nuestra honra despeñado! ¡Oh triste muerte y sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aciago! ¡Oh arrebatado fin!
MELIBEA.-iOh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo?  Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes, veré mi dolor; si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre.  ¡Mi bien y placer todo se ha convertido en humo! ¡Mi alegría se ha perdido!  ¡Se terminó  mi gloria!
(Acto XIX)